Madrugadas turistas
Tengo un exterior en mi orgullo interior,
madrugadas en clase turista,
con un libro como brújula hacia la búsqueda,
clase maestra para asesinar y dejarse matar.
La voz de los latidos, ¿alguien sabe talvez?,
encender el sin parar de la ida y de la venida,
miradas mareadas que presumen algunas almas,
morir por la falsa locura; como le paso a Mariana.
Paz pidiendo tregua, color blanco de luto,
qué son las salas de espera en la cama?
existe la espalda de Dios... quizás sea primavera.
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