19/1/07

Todo lo que hacemos sin saber porqué. Robert Fulghum

Todo lo que hay que saber sobre cómo vivir y qué hacer y cómo debo ser lo aprendí en el jardín de infantes. La sabiduría no estaba en la cima de la montaña de la Universidad, sino allí, en el arenero. Éstas son las cosas que aprendí:

Compártelo todo.
Juega limpio.
No le pegues a la gente.
Vuelve a poner las cosas donde las encontraste.
Limpia siempre lo que ensucies.
No te lleves lo que no es tuyo.
Pide perdón cuando lastimes a alguien.
Lávate las manos antes de comer.
Aprieta el botón luego de usar el toilette.
Las galletitas calientes y la leche fría son buenas.
Vive una vida equilibrada; aprende algo y piensa en algo y dibuja y pinta y canta y baila y juega y trabaja cada día un poco.
Duerme la siesta todas las tardes.
Cuando salgas al mundo, ten cuidado con el tráfico, tómate de las manos y no te separes del grupo.
Permanece atento a lo maravilloso. Recuerda la pequeña semilla en el vaso germinador. Las raíces bajan, la planta sube, y nadie sabe realmente cómo ni por qué, pero todos somos así.
Los peces de colores, los hamsters y los ratones blancos e incluso la pequeña semilla del vaso, todos mueren. Y nosotros también.
Y entonces recuerda una de las primeras palabras que aprendiste, la más grande de todas: MIRA.


Todo lo que necesitas saber está allí en alguna parte. La Regla de Oro, el amor y la higiene básica. La ecología y la política, la igualdad y la vida sana.

Toma cualquiera de estos ítems, tradúcelo en términos adultos sofisticados y aplícalo a tu vida familiar o a tu trabajo, a tu gobierno o a tu mundo, y se mantendrá verdadero, claro y firme. Piensa cuánto mejor sería el mundo si todos -todo el mundo- tomásemos galletitas con leche cada tarde a las tres y después nos acurrucáramos en nuestras mantas para dormir la siesta. O si todos los gobiernos tuviesen como política básica volver a poner las cosas donde las encontraron y limpiar lo que ensuciaron.

Y aún es verdad, no importa cuan viejo seas, que al salir al mundo es mejor tomarse de las manos y no separarse del grupo.

Robert Fulghum

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