Yendo, yendo.
En un juicio, donde hay testigos y cobardes,
es un juicio de antemano perdido,
también hace un día soleado,
no hay nubes, ni siquiera huyen,
¿quien sabe quien es culpable?,
¿quizás sea hermosa? y él un infame,
hombre de traje gris con rayitas negra huye,
no corre, solo se esconde sin quedarse quieto,
lo real es que no hay nadie quien lo siga,
entra a la sala por ahora la sospechosa,
lleva roto el pantalón, entera la mirada,
pasos que no esperan y otros se confunden,
desaparece las personas a su lado,
los cobardes, los testigos, el sol,
desaparece el reloj, el hombre,
la invisibilidad que persigue, el juicio,
desaparece lo real, la mirada que solo mira,
el hueco, los pasos, no la mirada que conoce,
entra el juez suicidándose y ella lo besa,
el suicidio se convierte en vida,
los besos cuerdas extrañas que aman,
se han quedado ahí, aquellos dos,
se quieren quedar ahí,
amando secretos…
y nosotros nos retiramos;
nuestros ojos, nuestro ver,
caminando hacia atrás,
llevamos nuestras cámaras,
nuestros cuadernos y lápices,
todos a guardar, aire que aspirar,
cerremos la puerta, todo a sido,
hagamos fundido a negro.
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