10/5/07

Con la calma suficiente

No hay razón para sentirse igual que broma,
las horas pasan y con un golpe de suerte seguirán hacia donde se dirigen.
Frankie Lee descansa en las escaleras, con el sol sonriente por orgullo,
la sonrisa elije por donde desaparecer.

El teléfono en silencio desde una eternidad,
“no llamo a nadie” le digo a Frankie,
con pena malvada “ a la llamada que apuesto es mi ultima bala, mi ultimo clavo a elegir”.

El secreto de la calma es la del libro del árbol en ceibo,
si, ese ceibo, que se quiere parecer al tango de dos,
a nuestras ventanas sin ruido.

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