Con la calma suficiente
No hay razón para sentirse igual que broma,
las horas pasan y con un golpe de suerte seguirán hacia donde se dirigen.
Frankie Lee descansa en las escaleras, con el sol sonriente por orgullo,
la sonrisa elije por donde desaparecer.
“no llamo a nadie” le digo a Frankie,
con pena malvada “ a la llamada que apuesto es mi ultima bala, mi ultimo clavo a elegir”.
si, ese ceibo, que se quiere parecer al tango de dos,
a nuestras ventanas sin ruido.
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