Miras
Árboles cambiando para jamás,
fragancia del abismo de los enamorados,
el filo sin piedad; cortando huesos,
brota de la fuente paciencia; perlas nobles,
suspira la oscuridad en un café cansado,
ahí llega ella, acercándose a la ventana,
sube a las espaldas del infinito,
de sus labios dos alas son besos,
que se esconden en secreto corazón.
Rompecabezas sin ojos que miren,
quebradas piezas no sellan ajenos infiernos,
de propios cielos envejece el alrededor,
melodías tranquilas, flores que matan,
dos cartas me siguen leyendo,
no hay gritos de ayuda,
apenas desmembradas estrellas,
son como anzuelos para ser.
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