Desquiciados sueños tuvo el rey y su reino,
el vasto imperio entero soñó en mil extravagancias,
con aguja de hierro el señor de los ensueños entró,
al mundo real de los habitantes de aquellos valles,
que desnudando diamantes algunos fueron incapaces,
de despertar de volver a la vida, de volver a la muerte.
Sus caballos violetas galopaban por cada cama,
salpicaban agua a los cabellos de las princesas,
perfume desde las hiervas a los pechos hambrientos,
el rey horrorizado por la belleza, dictaminó oscurecer,
envió a sus fuerzas no armadas, el se quedo con las armas,
a defender la tristeza, ahuyentar a las poderosas visiones.
En sueños de niños, aviones dibujaban en la arena,
hojitas de color verde se mecían, mirando por sus ventanas,
como espiando al juego entretenido, a las pinturas pintar,
ahí la bondad no conoce el sufrir, y el rey pierde autoridad,
las niñas peinan a sus muñecas, las muñecas recitan poesía,
lejos esta el ataque de la tristeza, guarida alegría.
Las madres, benditas madres, descansan bajo una luna tranquila,
pasó ya el tormento de vivir, el imperio de morir, el sueño llego,
aterradoras horas en que gritos en terror menguan la sonrisa,
todo paso, el débil y triste rey no es para todos, tampoco para él,
niñas, niños, madres, escalan nubes hacia ningún anochecer,
la señora de las alucinaciones pasea con el viento lila, rumbo al río.
Y al amanecer de la noche, la llamada del suicidio, balas propias,
estalló la cabeza del mísero rey envenenado de realidad,
traen de las otras galaxias vino tinto, caramelos dulces,
chocolates amargos, canela en polvo, el pueblo a percibir,
a sentir el amor de los colores, la muerte muerta,
la utopía desangrándose a orillas de las lagrimas grises,
ahora el reinado tiene la gracia de vivir, de amanecer sin fin.
Es una fábula sin fin, con héroes calaveras,
la humanidad volviendo a empezar,
el vino llegado a inundar, nos salva el sueño,
nos entierra la realidad, nos salva la realidad,
no hace volar el sueño, es el camino una navaja,
y la caída por cualquier lado es igual,
hay que tener equilibrio y no confundir,
la luna, las estrellas y el sol,
hay que tener equilibrio y dejar de hablar,
y no dejar de comunicar,
bienvenidos a los ensoñadores,
a las místicas cuerdas de nuestras propias vidas