Guerrero Crusue
Amarrando los troncos para un paseo,
imantando la brújula hacia el oeste,
zarparé por los angustiados brazos del mar,
inclemente inconciencia de mujer luna,
surcan las mareas hacia las caídas del sol.
La hegemonía mortal del beso sin blasfemia,
el infierno de Dante bajo cero, el cielo cediendo,
tengo para las velas, mi aliento, el viento marino,
agua dulce proveniente de una llavecita en Guapulo,
se abren los cielos que hacen volar a las aves.
Errante caminante sobre agua, marino perdido,
princesita con cola de bacalao, y la nuez del universo,
cíclope en isla perdida, y la capacidad de perdonar al mando,
en una barca humilde, grosera de realidad y muy afortunada,
en el fondo del mar Júpiter con sus anillos, y mi tierra que le duele,
es esta la expedición a lo perdido, a perderse, a inundar el mar,
el mundo, las imaginaciones y las almas de todos los vivos.
Misión pendiente con su rostro cubierto,
la mentira todas las noches aprende la verdad,
hay cizaña y carroña en enemigos labios,
lengua sobre labios salados, la salud de Cecilia,
no habrá un puerto para llegar, es un viaje de nunca llegar,
como Crusue como Defoe, las pirañas acuáticas,
y los deditos amigos de la arena y del sol.
Dos botellas al mar de los hombres, de las mujeres,
dentro de ellas ni diablos ni dioses, ni adioses,
colores que forman un dibujo, y una carta clara,
que arriesgando mi muerte, doy vida al peligro,
peligro flamante el amarte, eterna barca flotante,
que no naufragara, ni dejará náufragos,
pues hay un hostal que vive solitario,
esperando nuestra visita eterna,
de huéspedes enamorados, añejos,
siempre jóvenes, mirares, besares, planes.
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