Parado en los castillos
Lo primero que se ve,
es la paz después los ojos,
trasparencia que bebe a Neruda,
que siempre valga la redundancia,
para sonreír al amor, afinar la valentía,
sonadas explosiones, no hubo entierros.
Un día cualquiera, el blues decidirá,
si me lleva o si me deja,
en todo caso preferiría yo sin misa,
en mi pecho este amuleto borracho,
que me resguarda de las balas conspirando.
Escapó por campanadas,
por carcajadas en coro,
por un bombin, y un violín,
recuerdo hubo tentaciones,
de volver a envenenarse,
de ser la obscenidad de un obsceno.
No dilapidé mi cabeza,
la palabra secreta se volvió dócil,
como la realidad amando a la alucinación,
el milagro de la vida, me da la razón,
hoy cumplo mil años de despedidas,
que huye, atrás de lo que viví.
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