3/7/07

Enloquecer #23

La muchacha que me mato cruzo la esquina y desapareció,
arrojo su pañuelo sus gafas, esta ahora bien,
San Pedro hoy sin ti.

Masticó su corazón, violetas dulces,
un chau chau, nos volveremos a ver,
dejo en el suelo cerca del césped una mandolina encendida,
me hice fuerte en un acorde de si,
mientras se enfriaba la cerveza.

Se muy bien porque ella disparo,
mi revolver no quiso herirla y dijo que no,
caminamos por cementerios amargos,
que les duele sus vivos,
por parques de diversiones,
donde los viejos amigos están más jóvenes,
visitamos circos que estaban de visita,
robaste de ahí equilibrio y pasión,
a su astróloga Emilia, vestida de lino lila,
y ese pañuelo que te gusto, que ella sin sonreír ni decir ni mu,
te lo regalo, que luego fue trapo de piso.

Descansamos a la orilla de aquel manglar que se vistió de boda,
fumabas tranquila, encantando serenamente a la noche,
a sus musas,
loca! es tan absurdo que tus manos no pasen ese porro,
a este loco,
la luna llena, estoy seguro fraguó, un encanto en ti,
ahora restos de amor.

Puse un letrero en mi ventana que da a la calle, dice:
“cerrado por demolición”, en realidad estoy en buen lugar,
pienso no ofender a la dignidad del silencio,
ni regresar la luna a su lugar,
voy a salir muy de prisa talvez a ver una película en el cine,
desarme a mi mundo de anestesias vulgares y lunares,
que no son diamantes,
inunde el hoyo con azúcar de sal, con cubitos de amistad,
esencia de soledad,
cultivo vegetales, casi soy distinto que siempre,
casi nada parecido,
tire a la basura la basura, en mil formas que a mi tijera le encanto,
me reserve el derecho a recordar, mi ticket para olvidar,
y como mi mantel todavía mantiene sus margaritas,
hoy es otro buen día,
para encontrar esa pequeña magia que sueña mi arribo,
sentencio encontces a todas las luces,
que me hablen, que no sean cobardes.

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