Película al revés

Quiero encontrarme un paraguas bajo este sol de Guayaquil,
despojado del encanto popular y no importa que tenga cienes de agujeros,
imagino que cualquiera podría ser en lugar,
a orillas del brazo de algún estero marginado que sugiere belleza luchadora,
o cerca de aquella casa de palos y botellas bajo un puente que Miraflores.

Cuando lo encuentre entonces lo llevare a todos lados,
el primer lado es donde tus zapatos estén pisando,
y como en una rayuela guayaquileña, extraña y bella,
recuerdo el dolor del abispón que de niño me pico,
alguien me dijo que el abispón de seguro murió, que poder,
un dolor para siempre partió, dejo ese rastro en mi imaginación.

Hoy te llamo Luz, y sabrás que eres tú,
caminó por toda la ciudad esperando encontrar,
un rastro tuyo, en algún teléfono público, lejos de tú hogar,
visité con el desmantelado paraguas una silla de locos,
donde el cielo son ramas verdes que vuelan en su delgado verdor,
agitados por los cantos de aves invisibles, extranjeras de ahí,
me levanto involucrado por un pensamiento que es tuyo,
fue como mirar a la hormiga en el justo momento de la picada,
me levante de ahí y seguí interno mapa invisible,
con el paraguas como bastón, como sustento de fugaz ceguera,
iba yo mirando como miran los ciegos,
sintiendo los pasos, tren abajo,
te vi, te vi, en el puente, a la mitad de puente,
mirando hacia el estero, sus bordes, su lodo y basura,
ese lado del estero al que cuando voy sólo le canto a gritos,
mientras trato de llevar mis ojos al horizonte cercano de aves,
abrí mi paraguas llegaste a mi lado, duró lo que duró la lejanía,
llegue a tu lado, me tarde porque recién me levanto del K.O,
como testigo de la fortuna el sol brilló calentando más,
dejando entrar intensos rayos calientes y secos,
por los agujeros del paraguas, ahora en tus manos,
caliente la sensación de hallar, del reencuentro sin pactar,
no dijimos más, nos dijimos más,
tiraste el paraguas camino a cualquier lugar,
supiste como supo la Maga, que debía morir con dignidad.