19/3/07

La cicatriz y esos ojos. By Cristian. Foto by. Andy

A veces resulta casi imposible no volver a tocar ciertos temas y dolores del pasado. Inevitablemente vuelven a nosotros. Nos han marcado y esas marcas solo con la muerte desaparecen, si es que. Vuelven a veces en conversaciones, a veces en sueños y no es que vuelvan de la nada. Ante los grandes dolores hay dos opciones o caminos. Morir y empequeñecer ante ellos, o superarlos para dar espacio a futuros dolores. Cuando pasa lo segundo, nos fusionamos con el dolor y, primero lo sufrimos, segundo, aprendemos a vivir con el, y tercero lo aceptamos y aprendemos de esos momentos y los errores cometidos. Sin embargo nunca lo olvidamos. Cuando cae la nostalgia nos acordamos usualmente y de ahí incluso puede caer la tristeza o incluso la depresión,... ¿quien sabe?

A nadie le va a interesar realmente, solo vivimos y dejamos que el tiempo pase ante nosotros como algo más. Y quizás lo sea. Y así es como trato de aproximarme a esos sentimientos que me "nacen" de vez en cuando. Pareciera a estas alturas que lo único de lo que somos capaces de controlar es cuanta importancia le damos a esos momentos y como aprendemos a relacionarnos con ellos. Al acordarnos parecen todos haber nacidos en noches de penumbras o días más bien turbios.

Conversaciones y miradas que se clavan en nuestro corazón y nos hacen saber y aprender lo frágil de los momentos que vivimos. Ojos hermosos tras rejas de pasión, ruedas de fortuna casi inmanejables. Ruedas de tiempo que quisiéramos girar para volver a vivir, tiempos y recuerdos que quedan atrás. Con más tiempo que avance y que llegue, parecen clavarse con mas eternidad en nuestro presente. Y ahí, metido en medio de toda esa revuelta de dolores, nostalgia, recuerdos pasados y tiempo, están nuestros amores. Esas mujeres inalcanzables con esos ojos que expresan tanto de si mismos que hacen que quisiéramos revolcarnos en ellos, pero que con cierta arrogancia nos alejan irremediablemente y nos hacen odiarnos a nosotros mismos, creernos y sentirnos mas miserables que antes o un poco menos de lo que siempre hemos querido ser.

Pero esos ojos siguen ahí, mirándonos desde el pasado con su hipocresía, indiferencia y desdén.

Empezamos a vivir una vida casi del todo como la quisiéramos. Ahí aprendemos que de ahora en adelante el futuro nos pertenece y por eso también los recuerdos. Sabemos que los recuerdos no son más que residuos de nuestros propios actos. Pero por mas que hayamos aprendido, aquella cicatriz nos mantiene alerta, nos mantiene alerta y tristes y consientes de que nada que hagamos nos va a devolver la dignidad, la alegría o esos ojos que sin duda nos acompañaran al día de nuestra muerte. Nada importa. Por fuerte que seas, o valiente, o ambas juntas, nada importa, la cicatriz y esos ojos permanecerán, por que tu y nosotros lo hemos elegido así, inconscientemente. Y estoy seguro que volveríamos a tomar la misma decisión. No se trata de sentirse feliz o no, se trata de sentirse vivo.

Hay canciones que resuenan en nuestras almas, que pueden o no tomarnos por sorpresa pero que son como pequeñas maquinas del tiempo. Una oportunidad para volver a enfrentar al pasado, al dolor y dar paso a la nostalgia.

Podríamos empezar a clasificar los distintos estados y niveles de "tristeza" o recuerdos que hay después de un gran dolor o una gran decepción. Que se yo, desde el dolor mas constante e instantáneo del comienzo hasta la consiente locura pasado ya varios años. Y es así que, como ya dicho, al llegar a un punto de no manejar el dolor y los recuerdos, por que eso no se puede, sino de poder aceptarlo e incluso inclinarse frente a el. Reconocer que en ese punto de nuestras vidas perdimos, y dar paso a apreciar mejor otros momentos y así a veces ser dueños de nuestros recuerdos, tomando conciencia de nuestros actos en el presente. El que conozca el nivel del que estoy hablando, sin duda que ha llegado a conocer la locura. El “placer” de la locura.

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