5/5/08

Cincuenta y tres

Fue dulce risa, el rescate de un viaje,
el miedo no puede más que la libertad de antaño,
no es posible dejarte al menos una vez,
no hay pedazo de cansancio,
ni otros pecados,
mi pecado favorito,
han sido vidas y vidas,
en tan solo algunos pocos días,
cualquier difícil manera de romper,
un tipo de vida sin morir,
con despedidas que calman mi pasión.

Y ahora sentado en melancólico anden,
siento mi pecho descorromperse,
desaparecer me desaparece,
dejo olvidado el calor que es recuerdo,
el tic-tac del reloj que me lleva que hacer,
a sentarme, a mis ojos decirles,
que ya no es urgente más,
la última curda aun nadie la bailo.

Un segundo más quiero darle al amor,
aunque alguna buena maldición me aniquile de infinito,
es buena esta propia honestidad que me mantiene,
de rodillas sobre el sol, sobre mi propio ataúd,
deseos buenos que no necesitan de mucho menos.

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