El mar y su alma
La pequeñez del mar,
que inmensa su voz ronca y seca,
viene de la lejanía, de profunda distancia.
Lo recuerdo distinto cada vez lo que veo,
me recibe combatiendo mi silencio,
que agradable el mar, regala colores, sal y vida,
posee en si misma inmensidad, secretos,
dueña de la oscuridad también bella realidad.
Sepulta a los muertos,
le canta llevando su voz a la luna,
maldice en silencio,
bendice a los animales,
los llena de espacio.
Tan personal, tan publica,
tu raza es todas las razas,
matas de frió, me salvas del calor,
conoces las maravillas del mundo,
los secretos de los piratas,
la muertes de tus amantes,
residen en ti miles de memorias,
la sirena que enamora,
la otra que mata,
todas las santas te rezan de pie,
algunos tontos nos conformanos con ver.
Guardas al sol en tu profundo corazón,
desatas la luna.
Te pido que me aceptes todo.
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