17/6/07

El hombre inasible e inmodificable. Extracto extraido de www.clarin.com.ar

Cuarenta y cinco años pasaron desde que Bob Dylan es figura central, ícono y referente de la cultura mundial. Cantante de timbre inconfundible, dignísimo músico, letrista de inspiradísimo vuelo, tuvo un sinfín de seguidores que, salvo excepciones, jamás pudieron acercarse a su notable poética, a su fraseo, a sus cadencias.

Da la impresión, sin embargo, de que para que Bob salga del ghetto que la cultura le reserva a los cantantes populares hizo falta que el hombre escribiera una biografía, o parte de ella (la impresionista e impresionante Crónicas) y que cumpliera una edad que le da la estatura de elder statesman (hombre mayor, sabio y experimentado) para que los estufados miembros de las distintas academias que pululan por el mundo se dignen a reconocerlo. Aunque, se sabe, todavía lo ignoran a la hora de los Nobel.

Antes de la "literatura", Dylan escribió sobre bufones y ladrones, "tragadores" de espadas y pasaportes pintados de marrón; sobre doce océanos muertos y seis autopistas torcidas, sobre vientos idiotas que soplan cada vez que movés la boca y sobre mujeres de ojos tristes con boca de mercurio y ojos como humo. ¿Hay acaso un comienzo de canción mejor que el de I Shall Be Released? ¿Hay personajes mucho más ricos que la chica perdida de Like a Rolling Stone, el confundido Mister Jones de Ballad of a Thin Man o esa mujer que usa un anillo egipcio que brilla cuando está por hablar?

Su libro es maravilloso y excéntrico y caprichoso y creativo y todas esas cosas que se escriben sobre Dylan porque nadie sabe muy bien cómo explicarlo. En breve se conocerá la película de Todd Haynes sobre Bob en la que siete personas lo interpretan. ¿Su título? I'm Not There (No estoy allí)

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